¿HACE FALTA UN MAESTRO?

Pregunta: «Luis, ¿necesito un maestro? Me lío un poco con esto. Gracias».

Luis: En mi experiencia sí… definitivamente. Mi búsqueda cambió cuando conocí a Robert Adams. De las dudas, los juegos mentales, las técnicas inútiles, los falsos maestros, pasé a la certeza, las experiencias reales, la comprensión sin palabras, la manifestación del ser.

Muchos de los maestros actuales o recientes se han realizado con la ayuda de un maestro vivo o han tenido contactos con maestros vivos antes o después de su realización. Unos pocos se han realizado espontáneamente -Ramana, Robert Adams- pero estos llegaron a este mundo con el trabajo hecho, no tuvieron que buscar. También se ha dado el caso de realizaciones motivadas por enfrentarse a una muerte próxima o una profunda depresión, en estos casos la enfermedad fue su maestro. Pero estos casos son muy excepcionales.

El único peligro es caer en manos de un falso maestro, depredadores espirituales, cuyas motivaciones son puramente egoístas. Yo tuve una experiencia así cuando era muy joven. Pero esto fue parte del aprendizaje y me fortaleció en mi empeño.

Están los casi-maestros. Personas bien intencionadas y con mucho conocimiento, que dan conferencias y repiten cosas aprendidas, pero no comprendidas ni experimentadas. Estos seres no hacen daño, pero tampoco ayudan. Se ganan la vida así.

También está lo que yo llamo «Círculo de buscadores», personas no realizadas que creen sinceramente que apoyándose los unos a los otros, hablando, intercambiando textos, haciendo reuniones, ejercicios, avanzan en su búsqueda. Yo estuve muchos años así, dando vueltas en círculo, pero me di cuenta de que un ciego no puede guiar a otro ciego. Esto es una pérdida de tiempo.

Ansíalo, pídelo, anhélalo y tu maestro se presentará de alguna forma. Los obstáculos, las distancias, el gasto que pueda representar, todo eso se solucionará por sí mismo si eres sincer@ en tu búsqueda.

La mente te va a decir que no hace falta un maestro vivo, que una flor, una montaña, tu mascota, un libro pueden ser tu maestro, pero la mente solo mira por sus intereses.

Llegar a la presencia del maestro con humildad, diciendo «Aquí estoy, desnudo, lo he intentado solo y no he podido, ayúdame» es como volver a casa tras una larga ausencia y abrazar a tu madre y volver a ser un niño pequeño en sus brazos.

Satsang con Luis de Santiago, 30 de diciembre 2014.