Cuando damos por cierto algo que no hemos comprobado, corremos el riesgo de estar viviendo en base a una mentira. Suponemos que la persona que nos lo ha dicho, con toda su buena intención, se ha tomado la molestia de comprobarlo con su experiencia antes de transmitirnos su sabiduría. Pero esto no es así. Muy pocos seres se toman la molestia de comprobar los dogmas que se le han transmitido.
Actuando en base a mentiras conseguimos que nuestro mundo no tenga ni pies ni cabeza. Un total caos. E… ingenuos que somos, tratamos de arreglarlo aplicando otros dogmas que tampoco hemos comprobado. Te suena familiar.
Maya (La gran Ilusión) sólo funciona si damos la mentira como verdad. Si aceptamos que el espejismo es agua. Simplemente abriendo la posibilidad de que todo lo “no comprobado” sea mentira, nos cambia nuestra visión del mundo. Nuestra cara se ilumina con una expresión de “Ahora entiendo” y la risa es inevitable.
Rebobina y cuestiónate todas tus creencias, empezando por las más básicas. Pregúntate ¿Cómo sé que esto es cierto? Si la respuesta es: “Porque me lo dijeron” indaga si tu experiencia, tu vivencia, se corresponde. Muy pocas cosas sobrevivirán este escrutinio y, a medida que vas soltando mentiras, tu felicidad aumentará y se te quitará un gran peso de encima.
No llegaste a un mundo hecho, el mundo se te ha impuesto en base a mentiras.
Por supuesto, esto que te estoy diciendo, también tienes que experimentarlo y comprobar si es verdad o no.
Luis de Santiago, 31 de octubre de 2014