Cuando tenemos que hacer algo que creemos importante empezamos a pensar, a darle vueltas en nuestra mente a todo lo que pueda salir mal. La mente es negativa por naturaleza y tratar de cambiarla es una pérdida de tiempo, aunque mucha gente se gana la vida diciéndote lo contrario. Lo único que podemos hacer es observarla, darnos cuenta de que todo lo que nos dice no es real e ignorarla completamente.
Por ejemplo, supongamos que tengo una reunión con un cliente la próxima semana al que tengo que presentar un proyecto para una película. Entonces empiezo a pensar: “Le voy a decir esto y él me va a contestar esto otro. Y si me dice que no, yo le digo tal cosa. Y si me dice que sí, tal otra, pero…”. Todas esas elucubraciones, toda esa imaginación, todos esos pensamientos desbordados nos producen sentimientos que nos hacen sufrir. Así, cuando pensamos que nos van a rechazar, vamos a sentir rechazo y cuando pensamos que no nos van a dar el proyecto, vamos a sentir lo mismo que si nos estuvieran diciendo que no. Sufrimos por algo que no es real.
Al final, ¿qué pasa? Pues que vamos a esa reunión y nada de lo que planificamos que iba a pasar, pasa. Pasa lo que tenía que pasar, ya sea que nos aceptan el negocio, ya sea que nos lo rechazan. Y ese es el momento para sentir aceptación y paz. Toda la semana anterior de preocupaciones y de sentimientos ha sido totalmente inútil, no ha servido para nada. La mente nos hace creer que hacer todo eso nos prepara para la reunión, pero es que en la reunión no pasa nunca lo que habíamos preparado. Nunca. Y hemos perdido toda esa semana, nos ha faltado tiempo de sueño, hemos estado preocupados, hemos estado con mal carácter y no ha servido para nada. Cuando termina la reunión, haya pasado lo que haya pasado, empezamos otra vez: “Debería de haberle dicho tal cosa. Y cuando él me dijo aquello yo tenía que haber dicho esto otro…”.
Y de esta manera pasamos otra semana totalmente fastidiados por una cosa que sucedió en una hora. Esto no tiene sentido ninguno porque no sirve para nada. No tiene ninguna ventaja y lo hacemos constantemente: pagamos por adelantado.
Vosotros no vais al supermercado y decís: “Mire, aquí tiene 100 € porque dentro de 15 días voy a venir a comprar”. No lo hacéis, ¿verdad? Pues es lo mismo, exactamente lo mismo. Cuando la cosa sucede, se paga. Cuando nos dan la mercancía, pagamos. Y haciéndolo así eliminamos un gran gasto de energía que no tiene ningún sentido y que provoca mucho sufrimiento. Nos pasamos quince días mal por una cosa que sucedió en una hora.
Lleguemos a la reunión preparados, con un proyecto bien hecho, con un presupuesto bien hecho. Lo que no sirve es toda esa preocupación. Lo que no tiene sentido es todo el sufrimiento producido por pensar lo que debo decir o lo que puedo decir, lo que me van a contestar, así como las consecuencias de ampliar todas esas posibilidades hasta el infinito. Es una pérdida de tiempo que sólo sirve para que sufráis.
Permaneced en el momento presente y en esa reunión surgirá siempre lo perfecto, ya sea de una forma o de otra. Posiblemente no va a salir lo que vosotros queráis, pero va a salir siempre lo perfecto.
Esto se aplica no sólo a los negocios sino también a la familia, a la pareja, a la vida diaria, etc. Funciona igual.
¡Deja de pagar por adelantado!
Xuño, Galicia. 16 de abril 2016
Satsang con Luis de Santiago