(En los primeros días de la pandemia)
Hablamos el otro día de las opciones que teníamos en cada momento de nuestra vida, y os decía que en mi experiencia solamente hay dos opciones. Una es luchar en contra de lo que te está pasando. La otra es simplemente quedarte tranquilo, tratar de aprender de la situación y aceptarla. En la primera de las opciones luchas, lo pasas mal, no aprendes, y al no aprender estás pidiendo al universo que te vuelva a colocar en la misma situación. Lo que os aconsejo es que aceptéis lo que haya, porque el universo os ama a todos. Aunque la mente te diga que el universo te está colocando en una situación difícil o en una situación mala, lo que el universo te da, cuando lo ves en retrospectiva, te das cuenta que fue muy importante y que aprendiste mucho con eso. Es muy importante tener esto claro, porque si no la misma situación se va a repetir una y otra y otra vez. Como ser humano, como animal que vive en este planeta, si lo que queremos es que esto que está pasando termine lo antes posible para volver a hacer lo mismo que estábamos haciendo antes, no hemos aprendido nada. Si usamos esto que está sucediendo para aprender, para darnos cuenta, para abrirnos, esto nunca más va a suceder, hemos aprendido nuestra lección y no tenemos que repetirla.
El miedo a la muerte es una sensación muy fuerte, es el miedo más grande que hay. Es más, el miedo a la muerte es el único miedo que hay, todos los demás miedos son parte del miedo a la muerte. Todos esos pequeños miedos que sentimos en nuestra vida diaria, en el fondo, son miedo a la muerte. Aprovechad este momento en que el universo nos pone la muerte tan claramente delante de nosotros, es una gran oportunidad para verlo, para ver lo que está pasando.
Os dije que iba a compartir mi experiencia, así que os voy a contar una historia que me pasó a mí, una situación por la que pasé. Estaba volando en un avión desde Miami a Caracas, no me acuerdo que tipo de avión era pero sé que tenía dos motores. Media hora antes de llegar al aeropuerto de Maiquetía en Caracas, uno de los motores se paró y el avión empezó a inclinarse hacia un lado. Por supuesto, el motor que funcionaba tiraba para arriba y el motor que no funcionaba tiraba para abajo, y el piloto estaba todo el tiempo tratando de nivelar el avión y de encender el motor que se había parado. Lo trató varias veces, y al ver que no podía, en vez de aterrizar en el aeropuerto de Caracas dio media vuelta, y se echó tres horas más hacia Miami. El capitán nos lo comentó por los altavoces, de manera muy tranquila, pero yo sabía que la situación era difícil. Al ver que el piloto prefería volar a Miami y no tratar de aterrizar en un aeropuerto bastante primitivo como era el de Maiquetía en Caracas, me di cuenta que la situación era muy grave, casi todo el mundo en el avión se dio cuenta. La gente empezó a llorar, a gemir, a agarrar el asiento como si fuera el salvavidas. Y de repente yo me dije que tal vez, si en vez de hacer lo mismo que he hecho siempre, que es tratar de evitarlo, tratar de hacer lo que hacemos todos cuando sentimos miedo, que es volverlo a meter por donde vino ¿qué pasa si le doy permiso para que se abra, para que me haga sentir todo lo que quiere hacerme sentir? Y esas tres horas de vuelta, contando que en cualquier momento no íbamos a llegar a Miami, fue una gran experiencia para mí. Cuando llegué ya no había miedo, había desaparecido. Me di cuenta que el miedo era como mis pensamientos, como las sensaciones que nos pone ahí la mente. Si no luchamos en contra de eso, sino que simplemente lo observamos, desaparece. Y el miedo a la muerte desapareció. Eso fue una experiencia que me marcó, porque desde entonces sigo pasando por las mismas situaciones que pasaba antes, pero en ningún momento he vuelto a sentir miedo.
Aprovechad esta situación porque si no la aprovecháis se va a repetir, el miedo va a volver, y el miedo no es agradable. El miedo es lo que nos mantiene en constante lucha, lo que no nos deja disfrutar de estos pequeños momentos que se presentan en esto que llamamos vida. Aceptemos que este cuerpo va a desaparecer, va a morir irremediablemente, por mucho que luchemos, por mucho que tratemos de avanzar en la ciencia y congelemos los cuerpos para después tratar de revivirlos. Al final este cuerpo va a desaparecer, y con él va a desaparecer la mente. Por eso la mente no quiere que el cuerpo se muera, quiere que trates todo el tiempo de mantener el cuerpo con vida, que dediques tu tiempo en este mundo a mantenerlo con vida, porque manteniéndolo con vida, mantienes a la mente activa. La mente sabe que si no hay cuerpo ella desaparece.
La mente nos hace creer que nuestra función en este mundo es mantenernos con vida de cualquier forma, pero esa no es la función de nuestro paso por esto que llamamos mundo. La función de nuestro paso por el mundo es poder llegar al momento en que el cuerpo deje de funcionar, en paz, tranquilos, aceptando. Y así nunca mas vamos a tener que repetir la experiencia.
Aprovechad esta oportunidad única. Lo podemos ver como una tragedia, pero todo tiene su yin y su yang. Si quieres verlo como una tragedia y sufrir, es tu escogencia, pero puedes usarlo como todo lo contrario, como un momento en que puedes ver a la mente trabajando, en que puedes mirar al miedo a los ojos y decirle “no te voy a sentir nunca más”. Sobre todo cuando llegas con vida al final de la experiencia y con una lección muy bien aprendida, como me pasó a mí con ese vuelo a Caracas. Salí ganando por los dos lados. Y así, siendo pacientes, estando abiertos, aprendamos de esto que está pasando, experimentemos con las sensaciones que nos plantea la mente. Daros cuenta que todo es mentira, que todo son ideas y sensaciones que nos crea la mente, que no son reales. Enfrentémosla, diciendo: “a ver qué pasa si dejo de hacer lo que he hecho toda mi vida y hago todo lo contrario, me quedo tranquilo y acepto”. La mayoría vais a llegar al final de la experiencia con vuestra vida y sin el miedo, ganando por los dos lados.
Luis de Santiago
Satsang en La Coruña, 12 de Abril 2020.