Creación

La ausencia de materia, la nada, misteriosamente modula una sensación de existencia, el “Yo soy”. A esta sensación pura y primaria de existir sin más, se le van adhiriendo espontáneamente sensaciones menos sutiles y contradictorias, creándose así la ilusión de dualidad. La dualidad genera opciones y estas van alimentándose a sí mismas, para crear un ser único que —para poder separarse— crea otros seres únicos de los cuales separarse.

Estos seres únicos, estos “egos”, sostienen su separación creando la mente, que genera pensamientos limitantes: tiempo, espacio, deseos, rechazos, gustos y disgustos. Para terminar expresándolo todo a través de un cuerpo físico, que aparenta tener vida propia y vivir en un mundo real, que sufre su separación de todas las maneras posibles y finalmente muere.

En algún momento, como siguiendo las miguitas de pan de Pulgarcito, el cuerpo se tranquilizará. La mente nos señalará hacia el ego. El ego emprenderá la vuelta a casa, soltando por el camino todas las capas de individualidad, hasta llegar al fin de la dualidad, el “Yo soy” y después solo quedará la nada.

Luis de Santiago, 13 de diciembre de 2014